Mañana toca plenilunio. Este año será diferente, serán menos las caras conocidas que allí nos encontremos, el museo ya no será mi casa ni podré andar libremente por todos sus rincones. Subiremos a ver el yacimiento con una lágrima en los ojos, viendo a personas extrañas que nos impedirán trepar por esos muros que tantas y tantas veces hemos recorrido. Será doloroso ver mis habitaciones, mi templo, y no poder acercarme a ellos. Sin embargo, no puedo evitar el acercarme aunque sólo sea un día allí. Necesito mi dosis de tiermes, sus noches estrelladas, su paz y su tranquilidad. Somos pocos, muy pocos, los que mañana nos juntaremos. Supongo que habrá que empezar a planear las reuniones en un sitio distinto...
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