Los príncipes azules no existen

Por mucho que nos neguemos a creerlo, los príncipes azules no existen. O al menos no existen fuera de nuestra imaginación. Tan sólo buscamos alguien que nos cuide, se preocupe, nos mime... y, claro, que no esté casado (o similares). Esa es una cualidad en la que antes no pensábamos, pero va a haber que empezar a añadirla. Pero no, esos príncipes azules hace tiempo que destiñeron. Así que, será mejor que dejes de soñar con Richard Gere y abras los ojos, porque no va a venir a buscar(nos)te debajo de la ventana, con una limusina y un ramo de flores.

Claro que, para ir acorde con el nombre de este blog, sigue soñando, no debería decir eso. Debería decir que qué bonito es soñar con tu príncipe azul, qué bonito es pensar que un día aparecerá, cuando menos te lo esperes, que esa persona de la que tanto llevas esperando una señal va a dar ese paso... Sí, debería decir todo eso. Pero es que a veces una se cansa de soñar.

Una parte de mí siempre estará ahí

Estar en Ponferrada es como estar en un mundo diferente. Aquí la mayoría de mi gente no habla de música, conciertos, viajes, arqueología, internet... Aquí mi gente tienen otros problemas, hijos, hipotecas, créditos, trabajos que no les gustan. Claro que hay algunos que sí me entienden, pero esos son una minoría. Sin embargo, aunque van pasando los años, aunque vamos cambiando, seguimos estando ahí, y por muy diferentes que seamos, sigo intentando sacar un ratito para tomar un café, ir a cenar, o incluso dejar que por una noche me lleven a bares extraños donde ponen eso que llamo bakalao y que todo el mundo se empeña en explicarme que no, que es house, tecno y mil nombres más. Y una noche de esas me encuentro con que me han invitado a una comunion para el año que viene. ¿Tanto tiempo ha pasado ya? ¿Ya se acabó la época de las bodas y empieza la de las comuniones? Dios, a veces me entra el miedo.

Pero aún así, a pesar de lo mucho que me quejo de Ponferrada, sigue teniendo algo especial, algo que hace todos acaben volviendo después de los años. Y sigue habiendo algo que me hace salir todas las noches, que hace que esté deseando llegar al bar, sentarme en mi rincón de la barra, y pasar horas allí entre cervezas, chupitos, conversaciones, risas, y miradas.

Y sé que lo voy a echar de menos.

el país de nunca jamás

Mamá, papá, os presento a los niños perdidos. Puedo quedármelos?


Me ha encantado esa frase. Siempre he tenido debilidad por Peter Pan, el niño que no quería crecer, que vuela y vive con hadas, niños, sirenas, indios y piratas. Quería conocer el país de Nunca Jamás, pero Peter Pan nunca vino a mi ventana para enseñarme a volar, y, tras girar la segunda estrella a la derecha, y volar hacia el amanecer, llegar allí. O tal vez sí lo hizo, y mi ventana estaba cerrada, tal vez debería probar a dejarla abierta esta noche.

Aunque me siga pareciendo igual de triste que al final tenga que separarse de Wendy.

Por qué?

Por qué el corazón siempre se equivoca? Por qué siempre nos fijamos/enamoramos de la persona equivocada? Con lo fácil que sería si pudiéramos decidir...